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Bolivia

  • midiarioenbolivia
  • 8 feb 2017
  • 2 Min. de lectura

Viernes 6 de Enero, 2017

(Villazón, Bolivia)


Lo primero al cruzar a Villazón fue buscar cambio. Apurados entramos en la primera casa de cambio que encontramos, el soroche nos tenía a mal traer y queríamos llegar rápido a la terminal para escapar a Potosí. Allí cambie mis pesos argentinos por bolivianos y dólares (con la idea de cambiarlos más adelante en Perú).


1 ARG x 0,37 BOL

1 USD x 18,8 ARG


En ese momento lo sentí como una estafa teniendo en cuenta el cambio oficial que rondaba los 0,43, pero bueno, de los errores siempre se aprende. Compramos las famosas píldoras (Sorochi Pills) para superar la altura.


Caminamos lentamente a la terminal para irnos a Potosí, cada paso con la mochila a cuestas era una tortura. Subimos por el medio de la calle entre los puestos de venta tan característicos en las zonas del noroeste. Casi en el momento de llegar a la terminal, sentí que el plan ideal no iba a ser tan sencillo. Comencé a buscar pasaje entre las ventanillas abarrotadas de gente. Gritos, corridas, bolsos, empujones. Solo encontramos pasaje para el otro día a las 7:30 de la mañana por 60bs (un valor que después de tanto viajar por Bolivia era demasiado alto) en un bus.


Tener que quedarnos allí varados en Villazón era algo que no teníamos en mente, pero que en cierta forma me ayudo a calmar un poco la ansiedad. Buscamos un alojamiento bien barato. Habitación de dos, ducha y baño compartidos fue lo que encontramos por 60bs la habitación (30bs c/u).

Ir a comprar comida fue una odisea, por la lluvia que empezaba a desplegarse y por la altura. Me acerqué a un bar que parecía abierto y pedí la carta, pero la patrona del lugar mi miro con extrañeza y casi que me echó del lugar. Choque cultural. Conseguí un sánguche de milanesa bien cargado (con huevo, queso y jamón) por 19bs. Comí la mitad: la fritura y la altura no se llevan bien en el estómago de un porteño cualquiera.


Dormimos con el despertador a las 6 A.M. y atrasamos una hora los relojes cuando vimos el cambio de franja horaria en el televisor. Dormimos, se pudo, nos hizo bien, aunque a las 4:33 (la hora me quedo grabada en la mente) ruidos y golpes en la habitación vecina, corridas en los pasillos, voces extrañas, sombras en la ventana y el cerrojo débil de la puerta me pusieron en guardia. La sensación de estar en un país extraño me hizo sentir inseguro. Mi primer viaje de mochilero también. Me arrastre para sacar la navaja de mi abuelo y ponerla bajo mi almohada. Solo así pude seguir durmiendo.


 
 
 

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