Fiesta de la Alasita Maravillosa
- midiarioenbolivia
- 20 ago 2017
- 2 Min. de lectura
Lunes 23 de Enero, 2017
(La Paz, Bolivia)
Día frio y lluvioso. Preferí quedarme en el hostel y no hacer mucho. Extraño a mis afectos.
Martes 24 de Enero, 2017
(La Paz, Bolivia)
Salí temprano a comprar el pasaje a Villazón. Al bajar me encontré con una feria peculiar que me llamo la atención, pero ante el apuro no le di mucha importancia. Llegué a la terminal y conseguí mi boleto por 90bs para el otro día a las 16hs.

Cuando volví al hostel, note que la feria había crecido al doble y la gente se empezaba a desesperar por comprar alguna de las artesanías que se ofrecían. Definitivamente estaba ante algo peculiar, así que corrí a buscar mi cámara para registrar lo que se estaba viviendo.

Sobre las mesitas se ofrecían miniaturas de casas, autos, bebes, títulos universitarios, dinero y todo lo que se pudiera desear. Me enteré, hablando con uno de los puesteros, que se estaba desarrollando la Feria de la Alasita Maravillosa en donde los bolivianos compraban sus estatuillas y que, después de ser bendecidos por un “chaman” andino, prometía volverse realidad.

Lo que parecía un evento pequeño circunscripto a la plaza de enfrente del Loki, era en realidad una feria de magnitudes incalculables. Toda la peatonal que separaba el hostel hasta el Parque Urbano Central , pasando por la Plaza Murillo y la avenida Camacho La gente se agolpaba a cada uno de los puestos y compraba sus estatuillas desaforadamente. La locura que se vivía a cada paso crecía hasta llegar al palco central en donde las autoridades nacionales abrían el evento.

En una de las calles un auto traía a un ekeko mágico que prometía cumplir todos los deseos, venía acompañado de amautas. En el palco central pude escuchar al vicepresidente García Linera como abría la feria y pedía sus deseos para Bolivia. La explosión cultural que se vivía era indescriptible. La euforia lo invadía todo. De los grandes bancos multinacionales, salían los empleados a bendecir sus deseos con los sabios ancestrales en sus stands particulares.

Todo lo vivido me dejo dos conclusiones. Por un lado, el arraigo de las tradiciones ancestrales en Bolivia que traspasaba todas las esferas de la sociedad y, por el otro, las carencias materiales que tienen los bolivianos que impulsaban a tan desaforada lucha por conseguir su estatuilla para, aunque sea en el deseo, poder satisfacerlas.
El resto del día lo pase en el hostel descansando y preparándome para la vuelta. De a poco dejaba de sentirme parte del paisaje, con ansias de regreso y de contar todas estas historias.
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