Esperando a Evo
- midiarioenbolivia
- 16 ago 2017
- 2 Min. de lectura
Domingo 22 de Enero, 2017
(La Paz, Bolivia)
Las pampeanas se habían ido por la mañana y estaba otra vez solo. La habitación fue un caos toda la noche por los resoplidos de un yankee que dormía en la cama de al lado y una asiática que no paraba de moverse en la azotea de mi cama marinera. Por suerte esa mañana me tenía que levantar temprano para ir a ver a Evo Morales en la apertura de sesiones del Congreso Nacional.

Mientras iba llegando a la plaza veía filas de sindicatos y movimientos sociales que eran frenados por el ejército. Intente llegar, eran las 7AM y la fuerza militar me cerró el paso en otra de las calles que desembocaban en la plaza. Todos los años, la rendición de cuentas y el aniversario de la creación del Estado Plurinacional era una fiesta popular similar a las que el kirchnerismo celebraba en nuestro país, sin embargo este año parecía que el acceso al público estaba restringido. Al parecer el líder estaba en medio de una celebración con los amautas leales al gobierno, por lo que no se admitía el paso a nadie más.

Esperé allí unas dos horas hasta que a las 9AM el ejército se hizo a un lado ante las quejas del pueblo amuchado queriendo pasar. Me acerque al vallado que circundaba al palco oficial y después de una breve espera, las puertas del Palacio del Quemado se abrieron dando paso el presidente junto a los diputados que pasaron frente a mí. Me sorprendió verificar la altura del primer mandatario.
La sesión inicio con un coro de niños que entonaron el himno de Bolivia y con la palabra de Álvaro García Linera, vicepresidente del país. Luego Evo inicio su eterno discurso. Di un rodeo por la plaza y vi con asombro lo vacía que estaba, solamente agrupaciones kirchneristas (Nuevo Encuentro y La Campora) daban respaldo al presidente. Los sindicatos y movimientos sociales habían quedado fuera de la plaza, todavía frenados por el ejército.

Durante las 7hs que aguante en la plaza bajo el intenso sol, Evo Morales no paro de hablar y enumerar todos los logros de su gestión. Agotado decidí abandonar la ceremonia. El cansancio físico y mental de escuchar tantas cosas parecidas al kirchnerismo me hicieron volver al hotel. Gigantes números que no explicaban la realidad de Bolivia. Sin duda el cambio en el país había sido grande, pero también los sobreprecios en todo era evidente.

Los logros, que parecían notables, solo eran verificables en materia cultural, aunque los resquemores entre blancos e indígenas persisten. Lo demás estaba ausente en mi visita fugaz. El capitalismo persiste en un país que se dice socialista y sin dudas mejor que antes. Decepción, en algún punto.

Por la noche fui a comer a una hamburguesería, no hay Mc Donals aquí pero estas pequeñas cadenas si subsisten.
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