Epílogo
- midiarioenbolivia
- 3 sept 2017
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Mi viaje por Bolivia me dejo varias reflexiones. Con un país par diverso y rico, no sería para menos. No recuerdo bien en qué momento empecé a planear este viaje, quizás el deseo estaba latente y no necesitaba un instante exacto.

Bolivia siempre me había parecido un país aislado, distante y sin mucho que ofrecer, hoy veo la equivocación. La rica historia del movimiento obrero y los últimos pasos del MAS me interesaron recientemente desde la faceta histórica, cimiento en mi cabeza de todo lo demás. Sin embargo, lo que primero me asombro al llegar fue su geografía ¿Cómo se puede vivir tan lejos del suelo y tan cerca del cielo? ¿Qué motiva a esta gente a pecar así? ¿Cómo osan vivir tan cerca de Dios? Seguramente el empeño y obstinación de este pueblo lo hacen posible.

Los “bolivianos”, si es que existe un grupo cultural que responda a ese nombre, son gente de trabajo contante sin importar para quien (el patrón capitalista, el sindicato, la cooperativa o la comunidad). Pueden ser las 4 de la mañana, las 2 de la tarde o las 5 pero ellos están allí poniendo todo para superar el día a día.

Son pueblos orgullosos de su origen, su cultura y su familia. Más de 500 años de conquista, invasión, saqueo y sometimiento pero no pudieron con sus creencias. Aunque adaptados al siglo XXI, ahí siguen los ekekos y la Alasita, los bailes en las calles, los dioses de la mina, la coca y la pachamama. Ahí están Viracocha, la Luna y el Sol, el puma y el cóndor, las mesas de piedra, los gigantes, los puertos y las islas. Todo sigue allí, con vida.

Por esas tierras camino una de mis figuras referenciales, Ernesto Guevara. Y allí cayo. Recorriendo las ultimas geografías de su vida entendí el “por qué” de su fracaso. Los campesinos extraños del blanco, desconfiados, aislados, distintos a un “loco” que llega hablando de la revolución, de la reforma agraria (que ya tenían desde el `52), de la liberación del ser humano. Lo que me hace pensar en la necesidad de la revolución ¿Para quienes? ¿Desde arriba o desde abajo? ¿Bajo qué estímulos? ¿Cuál es la verdadera democracia de la revolución si no nace de las masas? La gente allí aun ignora la figura del Che, el socialismo y la revolución. La propiedad privada de la tierra (el único lugar donde vi alambrados fue en Vallegrande) parece ser la justificación y el ordenador de todas las cosas en esa zona. Ernesto leyó mal y murió en su ley, buscando la liberación de América Latina, un pueblo sin piernas pero que camina.

Tiawanaku me mostró la verdadera potencia del hombre y la mía propia. Caminar por esas moles de piedra torneadas hace 900 años (o más) me llevó a valorar lo lejos que había llegado. La concepción de la vida en el mundo andino se hizo un poco carne en mi a cada paso que daba. La idea de que todos los hombres estamos de paso y al servicio de la comunidad y que luego de pasar a la eternidad, se volvía al mundo para mejorar los errores de la vida anterior. Todo aplicable a la vida misma ¿Cuántos ciclos hay en nuestra existencia? ¿Cuántas veces podemos volver para ser mejores personas para los demás en esta misma vida? ¿Cuánto de Carpe Diem hay en todo eso? Poder volver a ser mejores es el sentido de la vida. Disfrutar cada instante con gratitud y aceptando la manifestación de las cosas pero siempre actuando para que decanten en lo mejor para el grupo. Lejos de lo individual. Lograr el paso del cóndor y el vuelo a la próxima vida para ser mejores es el objetivo.

Políticamente me lleve una gran decepción al ver la repetición, casi copia, del kirchnerismo en la Argentina. Se otorgaron derechos sociales y culturales a cambio de la continuidad del sistema de explotación de las masas desposeídas, con el rumbo fijo de mas explotación. La única esperanza que encontré es la emancipación de las autonomías del clientelismo y las burocracias estatales.
Bolivia es un país que no dejo de sorprenderme. Un poco de “estar en el lugar exacto y en el momento exacto” fue mi fortuna para poder ver mucho mas de esperado. Realmente necesitaba un viaje así para cambiar el aire de una existencia monótona y presa de la comodidad de lo cotidiano. Por todo eso… ¡GRACIAS BOLIVIA!
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