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Sucre sin rayos y truenos, no sería Sucre...

  • midiarioenbolivia
  • 8 abr 2017
  • 3 Min. de lectura

Martes 10 de Enero, 2017


Escribo desde mi balcón de Sucre, son las 10am y Erika se va para Potosí y Uyuni con la promesa de encontrarnos nuevamente en Vallegrande. Calculadora en mano, saco cuentas de lo gastado y el presupuesto por día. Cierro el diario y me voy a conocer el Paseo de la Recoleta.

La ciudad blanca: subí a la Recoleta y ya el camino de piedras iba anunciando que otra vez quedaría maravillado, y así fue. Una larga galería blanca daba la entrada a la plaza “Pedro de Anzurez”. Al fondo la iglesia de Santa Ana. La plaza empedrada con una fuente en el centro era de las más antiguas y hermosas de Sudamérica. El paseo tenía como el mayor atractivo una esplendida vista de la Ciudad Blanca desde lo que se llamaba “Balcón de la Recoleta”. En las pequeñas rejas que hacían de contención entre las pálidas arcadas se podían contar algunos candados de aquellos enamorados que dejaron su amor sellado con la majestuosa ciudad de testigo. Irónicamente, la Recoleta, estaba a unas pocas cuadras del hostel y no la había visto.

En aquella galería compré entre regates un mapa antiguo de Bolivia hecho por los artesanos locales por unos 35bs. Más abajo comí en el lugar más barato y abundante de Sucre por solo 11,5bs con refresco de maracuyá incluido. Si bien las callecitas coloniales de Sucre me hacían sentir en medio de un sueño, me volví al hotel y dormí para la segunda parte del día.

La libertad se gesto en Bolivia: el vicio de historiador me hizo despertar antes de lo previsto. Agarre algunas pocas cosas y cámara, en mano baje las mágicas calles de la ciudad que me tenía a esas alturas realmente encantado. Una vez en la plaza saque ticket en el museo de la Casa de la Libertad.

Bolívar omnipresente me empezó a hacer entender la importancia del lejano libertador que fue para los argentinos que tenemos a San Martin como máximo referente en el panteón de héroes continentales. Este viaje me hace reflexionar, saliendo del “argentinocentrismo” sobre la mayor trascendencia de Simón. Este último fue coordinador y ejecutor de la Libertad de América. San Martin, O’Higgins, Sucre y demás padres de patrias fueron los brazos de Bolívar en su sueño de la Patria Grande en América del Sur y el Caribe. Sueños de grandes hombres inconclusos y que nunca se pudieron ver plasmados en la realidad. Ese sueño esta en silencio, latiendo, esperando que nos decidamos a unirnos.

Del museo me llevo a Bolívar, a Sucre, a Juana Azurduy, a la bandera de Belgrano y la convulsionada vida de Bolivia. Ver la historia de los pueblos, nos hace entender el presente y sus complejidades. La Republica de Bolívar me abraza y me cuida.

“Sucre sin rayos y truenos, no sería Sucre”: fue la frase de la guía del museo ante la tormenta que se desataba afuera y hacía temblar las paredes coloniales. Salí de la Casa de la Libertad y fui a comprar libros en una feria. Por 55bs me llevé el “Diario del Che en Bolivia”, “El Origen de la Familia, la Propiedad y el Estado” de Engels, “Los Deshabitados” y el “Saqueo de Bolivia de Quiroga Santa Cruz.

Me pase un buen rato hablando con la encargada de la feria de libros sobre la decadencia de los libros y sobre mi carácter de “turista” del cual reniego. Coincidimos en que América debe terminar de verse como patrias separadas y unirse en contra de los que vienen a llevarse todo (de adentro y de afuera). Volví al hostel cuidando libros y cámara para escribir las líneas que preceden con la expectativa de darme un lujo horas más tarde...




Mapa: 35bs

Almuerzo: 11,5bs

Museo: 15bs

Libros: 55bs

Empanada: 1,5bs

GASTOS: 628bs


 
 
 

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